El otro día me encomendaba a salir a caminar por la avenida de la playa, para darle un paseo a mi perrito Chesnuts. Llegamos sobre las 11:00. La zona estaba desierta, pues hacía mucho frío. Aunque aun así, a Chesnuts se le apeteció darse un chapuzón. Bueno, en realidad solo metió una pata y luego… cuando me quise dar cuenta, no estaba. ¡Había desaparecido! Apresuradamente corrí en su busca. Volví a casa, pero no lo encontré. Mi madre llamó a la policía. Subí a mi cuarto para coger un abrigo y marchar de nuevo para seguir buscando. Mientras, mamá me preparaba una tila. -¿Dónde te habrás metido? ¿Estarás bien?- mi cabeza daba vueltas sin parar. Cuando llegué a la habitación vi que el armario se movía. Lo abrí para coger el abrigo y noté que había algo envuelto. ¡Era Chesnuts! Estaba congelado, por eso salió corriendo. ¡Qué alegría! Entonces le dije a mi madre: -¡Falsa alarma!
Dentro del armario. Isabel Vega Delgado 1ºc. Gran Canaria
12 del 12 de 2012. Cristina Ramos Castellano. 1ºB. Gran Canaria
12 del 12 de 2012
Era el día doce de Diciembre de 2012, doce de la noche y no se oía nada, solo el sonido de una mosca que entro a las casa cuando el viento dio en la ventana y la abrió.
Una vela encendida alumbraba la habitación y gracias a ella se podían ver las horrorosas y temidas muñecas de porcelana que con los ojos estaban mirando fijamente a la mosca, luego se empezó a oir una voz procedente de la puerta del sótano, parecía que estuviera cantando una melodía de Vivaldi.
Esa melodía solo se había escuchado hace dos siglos, en esa misma casa.
Pasados unos minutos alguien de la calle tocó en la puerta y el señor Eusebio, propietario de la casa abrió la puerta, pensando que era algún pobre perdido en la oscura y tenebrosa oscuridad, pero no fue así era una especie de diablo que cuando Eusebio abrió la puerta quedo libre.
Cuando Eusebio cerró la puerta vio como las terroríficas muñecas de porcelana se habían convertido en diablos y lo perseguían.
Al día siguiente cuando Eusebio despertó vio que lo que había soñado era solo una pesadilla. Las muñecas de porcelana eran las muñecas que les había comprado a sus sobrinas y el diabólico diablo era su nuevo disfraz de carnaval.