Dentro del armario. Eva Pérez Luján. Gran Canaria.

El otro día me encomendaba a salir a caminar por la avenida de la playa, para darle un paseo a mi perrito Chesnuts. Llegamos sobre las 11:00. La zona estaba desierta, pues hacía mucho frío. Aunque aun así, a Chesnuts se le apeteció darse un chapuzón. Bueno, en realidad solo metió una pata y luego… cuando me quise dar cuenta, no estaba. ¡Había desaparecido! Apresuradamente corrí en su busca. Volví a casa, pero no lo encontré. Mi madre llamó a la policía. Subí a mi cuarto para coger un abrigo y marchar de nuevo para seguir buscando. Mientras, mamá me preparaba una tila.    -¿Dónde te habrás metido? ¿Estarás bien?- mi cabeza daba vueltas sin parar. Cuando llegué a la habitación vi que el armario se movía. Lo abrí para coger el abrigo y noté que había algo envuelto. ¡Era Chesnuts! Estaba congelado, por eso salió corriendo. ¡Qué alegría! Entonces le dije a mi madre: -¡Falsa alarma!

Dentro del armario. Isabel Vega Delgado 1ºc. Gran Canaria

Cuando era pequeña tenia un peluche que me lo había regalado mi abuela antes de morir. Lo disfrute durante unos pocos meses y mi madre me lo quito. Me dijo que lo iba a tirar porque no jugaba con los otros juguetes y era muy viejo. Yo nunca lo había ensuciado pero mi madre es así... Cuando me lo quitó me enfade con ella y eche a llorar como cualquier niño cuando coge una rabieta. Estuve toda la noche llorando, era mi peluche favorito. Al cabo de unos días lo olvide. Fui creciendo y creciendo. Cuando tenia 16 años se me antojo cambiar mi armario. Estuve sacando mucha ropa de los cajones, en el cajón de la punta abajo, el que nunca me dejaba abrirlo mi madre, había ropa de cuando era un bebe. Saque toda la ropa para guardarla y a la punta atrás encuentro una cosa peluda, lo cogí, ¡era mi peluche, mi peluche estaba dentro del armario! lo cogí y lo abrase como una niña pequeña y me eche a llorar recordando a mi abuela. Ya se porque mi madre no quería que lo cogiera, para no estropearlo y tener un recuerdo de mi abuela para no olvidar la.

12 del 12 de 2012. Cristina Ramos Castellano. 1ºB. Gran Canaria

                                                12 del 12 de 2012

 

Era el día doce de Diciembre de 2012, doce de la noche y no se oía nada, solo el sonido de una mosca que entro a las casa cuando el viento dio en la ventana y la abrió.  

Una vela encendida alumbraba la habitación y gracias a ella se podían ver las horrorosas y temidas  muñecas de porcelana que con los ojos estaban mirando fijamente a la mosca, luego se empezó a oir una voz procedente de la puerta del sótano, parecía que estuviera cantando una melodía de Vivaldi.

Esa melodía solo se había escuchado hace dos siglos, en esa misma casa.

Pasados unos minutos alguien de la calle tocó en la puerta y el señor Eusebio, propietario de la casa abrió la puerta, pensando que era algún pobre perdido en la oscura y tenebrosa oscuridad, pero no fue así era una especie de diablo que cuando Eusebio abrió la puerta quedo libre.

Cuando Eusebio cerró la puerta vio como las terroríficas muñecas de porcelana se habían convertido en diablos y lo perseguían.

Al día siguiente cuando Eusebio despertó vio que lo que había soñado era solo una pesadilla. Las muñecas de porcelana eran las muñecas que les había  comprado a sus sobrinas y el diabólico diablo era su nuevo disfraz de carnaval.