Debajo del pupitre. Isabel Vega Delgado. Gran Canaria.

Todo estaba muy oscuro, era de noche. Cuando caminaba me tropezaba con cosas. Me senté en el suelo, intentando no darme. Ya se habían ido todos, solo me quede yo, y no se por qué. tenia miedo, escuchaba ruidos lejanos, no sabía que era. Intente tranquilizarme, estaba asustada. No podía salir, tenía que esperar a que se hiciera de día para poder ver. Estaba cansada, intentaba dormirme hasta que lo conseguí. Cuando me desperté estaba debajo de un pupitre, un pupitre verde, con libros y al lado mi mochila negra con formas de colores. Miré el reloj, eran las siete y media de la mañana, estaban a punto de llegar mis compañeros de clase. Me levanté y me puse a pasear por la clase.

Coralia Del Rosario Suárez

"A través de una red social"

Todo empezó un día,  a través de una red social, una solicitud de amistad  cambió la vida de una joven que prometió no volver a enamorarse, ni sufrir por ningún hombre después de que anteriormente jugaran con su corazón.
Empezaron a hablar, ella cada día se sentia mejor con él,  a pesar de que los separaban kilómetros había un cielo que los unía.
Tal vez él le daba todo lo que hasta ahora no había recibido. Los días iban pasando y ella tenía claro que tenía que arriesgarse y no dejarlo ir, tal vez él sería el único amor de su vida. A él no le importaba no recibir nada,  sólo que ella fuese feliz como fuese, sin importar lo que tuviese que hacer. Lo más seguro es que ninguno de los dos se estuviera equivocando, llegaría el día en el que llegaran a ser, una pareja perfecta.

Debajo del pupitre. Eva Pérez Luján. Gran Canaria.

Hoy el maestro de sociales ha llegado con muy mal humor: ¿cómo se le ocurre un lunes a las 08:00 ponernos un examen sorpresa? Le mirábamos con caras largas mientras nos entregaba los cuatro folios grapados, con una sonrisa burlona. Confusos, nerviosos y enfadados. ¡Qué menos! Nadie tenía la menor idea de lo que ponía allí. Lo primero que pensamos fue en copiarnos. Un pupitre y una silla de madera, un lápiz y una goma. Fui yo la que me decidí y miré debajo del pupitre. ¡Buff! ¡Qué era eso! Estaba lleno de chicles verdes y viscosos (bueno, creo que eran chicles), notitas entre amigas, etc. Pero por suerte estaba el libro de sociales. Me lo puse sobre las rodillas y copié todo lo que pude en la goma. Nos la fuimos pasando uno por uno. Al final, el profesor se llevó un disgusto cuando corrigió los exámenes y vio que todos aprobamos. Entonces fuimos nosotros los que nos reímos burlones.

Adriana González. Debajo del pupitre

Su mirada atravesando la calurosa carretera desierta. Vestida para la ocasión, con un atrevido escote rojo, su minifalda vaquera preferida y los tacones de plataforma grises. Convencida para conseguir esos papeles tan esperados que harían que el gobierno de los EEUU se escandalizara. Se dirigía con decisión hacia lo que luego sería su victoria, sabía que lo conseguiría. Al entrar a la oficina, vio a un chico de media altura, moreno a la luz del sol, de entre 20 y treinta años, ojos castaños y pelo negro. Ataviado con unos pantalones a cuadros y una camisa a rayas azules, buscando algo en el suelo, debajo de un pupitre.