Jorge Javier Gil Moreno. Gran Canaria. ¡Me falta el aire!

Un día, un niño llamado Lolo estaba jugando con sus amigos, corrió sin parar y pensó que se  quedaba sin aire. Se desmayo y tuvieron que llamar a una ambulancia, por el camino le pusieron oxigeno y al llegar lo ingresaron en el Hospital de La Pasera.

Al cabo de unas horas, pudo abrir los ojos, recuperó la conciencia y le dieron de alta. Hasta pasados  unos años, no volvió a jugar con ellos. Cuando un día se animo pensó y si ¡me vuelve a faltar el aire!, ese día no volvió correr como aquella vez, cada día se preparó para no volver a asfixiarse. 

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