El entierro de la sardina. Paula Mateos García. Gran Canaria.

                 

                            El entierro de la sardina.


Me puse la pamela negra y salí de camino a la calle. Había una gran masa de gente, yo y mi amiga Lucía, estabamos listas para pasarlo bien.
Nuestra juventud solo nos permitía esa fiesta al año. Todabía era joven para beber, tenía 16 años. La fiesta comenzó en un callejón no muy
estrecho en el cual se guardaba la carroza principal. La gente iba disfrazada con vestidos de color negro y algunos detalles fuxias, también
llevaban pamelas de colores apagados. El recorrido era largo, pero se me paso por completo al bailar todo el camino con mi amiga. La carroza,
finalmente, llegó al casino. En el casino se paró y la gente dejo de bailar y comenzó a llorar. La sardina se prendió y todo acabó.

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