La postal y el broche. Isabel Vega Delgado. Gran Canaria.

 

Voy de viaje a Madrid por un tiempo. Tengo que resolver unos problemas entes de ir a la universidad. Me estoy quedando en un piso compartido con Verónica, una chica muy amable y divertida. Me encanta estar con ella, me hace ver las cosas de otra manera. Nos conocimos en una calle de Madrid. Entré en una tienda de Recuerdos, ella estaba al fondo de la tienda mirando unos broches de plata. Yo iba en busca de una postal  para mandársela a mi familia. Cuando estaba en el mostrador para pagar, se acercó y me preguntó si le podía dar un consejo sobre los broches. Pude solucionarle sus dudas. Se llevó un broche precioso, tenía una piedra de color verde esmeralda. Nunca había visto unos broches tan bellos. Cuando nos acercamos al mostrador cogimos nuestras bolsas. Ella me insistió en tomarnos un zumo en alguna terraza pero yo no tenía tiempo. Cuando llegue al hotel, en el que me estaba quedando por unos pocos días, busque mi bolsa para coger la postal y escribirla. Me di cuenta de que la bolsa que había cogido era de la chica. Esa misma tarde salí por Madrid en busca de ella. Me recorrí la mayoría de las calles. No podía más, regresé a mi hotel para descansar. Al día siguiente, baje a desayunar a una cafetería. Me dirigí a una mesa libre, me senté y cuando alcé mi mirada a la barra me di cuenta que la chica de la tienda estaba allí. Me levanté rápidamente. Me acerqué a ella y le dije que tenía su broche. Ella también se dio cuenta esa tarde. Desayunamos juntas y pudimos conocernos un poco más. Nos devolvimos nuestras bolsas y nos dimos nuestros números. A partir de ahí nos hicimos buenas amigas hasta que convivimos juntas. Me lo paso genial con ella, ojalá no nos separemos. 

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