Las peripecias de última hora.Gemma Fleitas Mendoza

Las peripecias de última hora


¡No puede ser! ¿Dónde están? Se me había perdido las llaves, había buscado por todos sitios; y mientras, ese inquietante sonido del reloj retumbando en mis oídos "Tic, toc, tic, toc…"  me estaba enfureciendo.


Tenía prisa, pues debía acudir a una importante reunión familiar en casa de mis abuelos. Busqué debajo de la cama, en la encimera, en las estanterías, en el tocador… y no aparecía. Cada vez me iba poniendo más nerviosa, y más todavía al escuchar ese irritante sonido del reloj.


El reloj era gris, con una forma muy peculiar donde las líneas rectas y curvas se unían en una inexplicable armonía; la cual desaparecía en el momento que señalaba las 12 horas, pues su singular y aterrador sonido conseguía inquietar a cualquiera. A todo esto, hay que añadir una curiosa cesta, colocada en la parte trasera, al lado de las piezas que ajustan a hora.


Mi madre, cansada de esperar, puso el coche en marcha (sinónimo de: ¡Baja ahora mismo!). La ansiedad se iba apoderando de mí, así que decidí quitarle las pilas al reloj, a ver si así lograba tranquilizarme, cuando descubrí las llaves justo detrás del reloj, en la cesta.


Gemma Fleitas Mendoza. 2º A

 


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