Suleiva ¡Quédate si puedes!

¡Quédate si puedes!

En un maravilloso invierno, al norte de Witness se encontraba una casa, en ella vivió una de las asesinas en series más buscadas del mundo. Los vecinos más próximos vivían a más de 50km.

Cuando las autoridades entraron en la casa, en el sótano había cosas espeluznantes y en el jardín encontraron enterrados más de 50 cadáveres a una profundidad de 2 metros. Se sospecha que aún hay más cuerpos enterrados que no han sido localizados por la gran extensión del terreno, que mide más de 30km de largo.

Al cabo de unos años, los propietarios de la casa decidieron alquilarla a Karoline y su hija Samantha de 5 años. Ellas se instalaron de inmediato y estuvieron todo el día colocando sus pertenencias. En algunas ocasiones escuchaban ruidos extraños, pero no les daba mayor importancia y seguían organizando. Al llegar la noche ocurrió lo que los policías temían, el miedo.

La pequeña Samantha estaba hablando aparentemente sola en su cuarto, ella se encontraba mirando fijamente a la esquina derecha de la ventana de su habitación. Su madre al escuchar murmulló decidió ir al cuarto de la pequeña y allí pudo observarla, tras la puerta muy asustada, como Sami hablaba "sola". Karoline, mientras observaba a su hija, notaba como un aire frío le recorría lentamente desde los pies a cabezas e incluso se planteó en mirárselo, pero el miedo a pensar que podría tratarse de algo escalofriante, hizo que ésta no lo hiciera. De pronto, Karoline vuelve a mirar a su hija, y ésta está tumbada en su cama durmiendo. Karoline pensó que solo fue un lapsus de su mente y se regresó a su cuarto. Al día siguiente, Karoline se quedó pensando en lo que había pasado anoche y quería preguntar a Samantha si había visto algo esa noche, pero no se atrevió y lo dejó pasar.

Llegó la noche, Karoline se encontraba acomodando la cama y de pronto escucha un ruido, viene de la habitación de Samantha, fue corriendo por aquellos largos e interminables pasillos, al fin llegó al cuarto y vio a Samantha llorando, aterrorizada y señalando a la ventana. Karoline no podía creerse lo que estaba viendo era una mujer, tenía larga melena casi no se le veía el rostro, llevaba traje blanco, estaba sucio y rasguñado e incluso chorreaba el suelo con un líquido no reconocible pero su olor era insoportable. Karoline cogió a su hija de la mano y empezaron a correr por los enormes y largos pasillos, se dirigían a la cocina. Minutos más tarde llegaron a la cocina, Karol intentó llamar a la policía, pero el teléfono no daba la señal ni tampoco el de su teléfono móvil. Estaban aterrorizadas y salieron de la casa. Desde fuera se podía ver como la casa se encendía y se apagaba las luces, como las cortinas se movía exageradamente y de repente se estaban completamente estáticas. No sabían que hacer hasta que de repente llegó Pol, el policía. No sabíamos cómo éste se había enterado de que ellas necesitaban ayuda, pero allí estaba él.

Samantha veía algo extraño en Pol. Mientras Pol hablaba con su madre, ésta no le apartaba la mirada y medía cada movimiento. Hasta que en un momento dado miró a sus pies y se dio cuenta de que ¡NO TENÍA LOS PIES EN EL SUELO!, estaba flotando en el aire, como la mujer que habían visto hace una hora en su cuarto. Ella comenzó a retroceder lentamente y haciéndole señas a su madre para que hiciera lo mismo. La madre muy extrañada miró a Samantha como retrocedía y ésta le decía ¿estás bien sami? Ya está, ya pasó, Pol nos ayudará, pero Samantha gritó: ¡MAMÁ! NO TIENE PIES. ESTÁ FLOTANDO. ¡CORRE! Karoline y su hija corrieron y corriendo y jamás volvieron a esa casa.

Esta historia terminó así, y se dice que Pol era el marido de la mujer asesina en serie que aún seguía allí con ella. Después de unos años, la casa se derrumbó sola. Se cree que, en ese momento, el espíritu de Pol y su mujer paso a otra dimensión.



Suleiva González Beltrán


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