UNA HISTORIA QUE RECORDAR


 UNA HISTORIA QUE RECORDAR

Cecilia era un joven muchacha que vivía con su querida abuela Matilde, una señora con un importante bagaje y con una gran sabiduría. Para Cecilia era muy importante el valor y el significado de la familia, pues desde pequeña se había criado únicamente con ella y había aprendido que la unión y el compromiso eran imprescindibles para convivir.


Una tarde de verano, en las cálidas aguas del archipiélago Canario, Cecilia se encontró con un amigo del pasado. Hugo era un niño de ojos azules al que le encantaba coger olas en las playas de Lanzarote y Fuerteventura, por lo que habló con la muchacha para organizar una gran aventura con sus familias y demás amigos de la escuela, para así fortalecer los vínculos y aprender unos con otros.


En este gran viaje aprendieron y disfrutaron no solo de la compañía de sus familiares, sino también de las vivencias del resto de amigos. Todas las noches se reunían y contaban aquellas experiencias que habían vivido.


Una de las noches, Andrea, Miriam y Carlota, las tres hermanas del grupo, contaron su triste infancia, pues su tía las había tenido encerradas durante muchos años en una enorme casa de la que no podían escapar.  Otra de las veladas nocturnas, un jóven al que llamaban "Brócoli" contó que el pasado invierno en la isla de Lanzarote, George Clooney rodó una historia con sus nietas y Adam Sandler creando así una película con sus vivencias personales. Fue este el motivo por el cual el chico propuso a todos la  genial idea de escribir todas sus aventuras en un lugar único y secreto para ellos.


Los muchachos se trasladaron a Fuerteventura, una isla que predominaba por su gran producción de hortalizas, pues los habitantes vivían prácticamente de la agricultura y no poseían muchas riquezas. Sin embargo,  era caracterizada por la gran cantidad de ardillas que habitaban las zonas costeras y su altas mareas, magníficas para surfear y hacer grandes competiciones. Todas estas eran las características especiales del lugar, por lo que al llegar a la isla y esperando el atardecer, todos se dirigieron a una pequeña montaña y en sus hermosas tablas escribieron sus sentimientos y se abrieron unos a otros, mientras que se prometían que, a pesar de no tener unas grandes familias, se tendrían los unos a los otros a lo largo de todas sus vidas.


Laura Valencia Santana, Gara Monzón Rodríguez, Paula Pérez Gutiérrez,

María Quintana Sosa y Victoria L. Corti Arce


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