Domingo. Zuleima Sánchez Rodríguez

Madre mía que calor, supongo que en un rato me iré, ya no sé si es el cansancio, este tiempo o que la vida está pasando más deprisa de lo que soy capaz de percibir. Todo sigue igual aquí, al mismo tiempo me siento tan diferente...  miro estas calles y recuerdo cada caída al suelo al huir de mis padres que no querían que pasara todo el día fuera, los charcos que se formaban con la lluvia y hacían de mejor entretenimiento, pero sobre todo la recuerdo a ella, sus trenzas, su bici morada con la que recorrería el mundo, esa forma que tenia de tornar arcoíris los días grises, esa forma en la que solo ella podía mirarme. La verdad es que no pasamos mucho tiempo juntos, fue de esas personas que se marchan mucho antes de que estés preparado para perderles y se fue. No sé que me dolió más si que se fuera de mi vida o que su enfermedad no le permitiera cumplir esa lista de deseos que me repetía que algún día haría. Bueno mejor me voy ya a casa, Celia habrá terminado la cena hace rato y no quiero que pegue carteles de se busca con mi cara, hasta mañana. 

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